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Avatar (2009)

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Acaba de estrenarse, aún no se ha ido de los cines, y ya se está hablando de 'Avatar' como una película que hará historia, y la verdad es que en eso está especializado James Cameron. No porque vaya a crear escuela, ni mucho menos (doce años después de 'Titanic', ¿acaso se ve que alguien 'desee' rodar como Cameron?), sino por la osadía de ir donde otros no se atrevían. Parte de su éxito seguramente está en que a pesar de lo técnicamente innovador de muchas de sus películas, tienen dentro un guión simple. Simple en el sentido peyorativo del término. De buenos contra malos, diálogos de niño de diez años y mucha testosterona. Pero eso, lejos de ser un hándicap, en su caso convierte un defecto en una virtud: sin atraer al cine a los amantes de ese cine simple en el sentido peyorativo del término, no podría haber hecho lo que ha hecho. Y además, yo sostengo que el guión de 'Avatar', aunque pueda ser simple en muchas partes del diálogo, no es simple en absoluto.


Para la perorata siguiente, cedo los trastos un momento (o se los robo directamente y por el morro) a la colega piratilla Jack Rackham, que salió del cine pensando esto:

http://www.capitan-alatriste.com/modules.php?name=Forums&file=viewtopic&p=157327#157327

Sostiene Jack, pues, que "¿Cómo puede ser que 'Ágora' no haya pasado los filtros de la censura yanki y esta apología del terrorismo del sometido, de la justificación de la respuesta violenta a la ocupación sí?"

Y ciertamente, aparte del tema puramente de entretenimiento, y los récords y de la influencia que en el futuro pueda tener esta película, una de las cuestiones más interesantes de explorar en 'Avatar' es el tema político. Una de las citas que he leído que más me han llamado la atención es una que dice: "Si en un cine de Kentucky la gente se pone en pie y aplaude cuando el ejército estadounidense es derrotado, es que los efectos especiales deben ser condenadamente buenos". Bueno, quizá no sean los efectos, sino los matices. Y es que en la película, y es fácil que esto no se note, no aparece ningún ejército estadounidense. Pues no, como lo leen. A pesar de que los soldados hablan continuamente con pinta de, lenguaje de y manerismos convencionales del típico sargento de hierro hollywoodiense, los milicos que aparecen en la película no lucen ni una sola bandera con las famosas barras y estrellas por ninguna parte. Lo que llevan sobre el brazo es una especie de emblema con franjas de varios colores, que no se aclara nunca, pero que puede tener varias explicaciones: 1) Es un cuerpo militar multinacional, al estilo de los cascos azules de la ONU, 2) es un cuerpo militar privado al servicio puramente de la multinacional que está minando el planeta Pandora (opción esta que me parece la más lógica), o 3) los Estados Unidos, al menos tal y como los conocemos hoy, tienen tan poco que ver con esto, que lo mismo ni siquiera existen en el futuro. No hay nada que indique cómo es ese mundo del siglo XXII, ya que lo único que vemos en la Tierra es un futurista hospital de veteranos que podría pertenecer a cualquier país, si es que en el futuro todavía hay países. En seguida pasamos a Pandora, y allí no vemos nada más que la corporación que parece dominarlo todo sin ningún tipo de control gubernamental de cualquier tipo.

Incluso el hecho de que todos los humanos que vemos hablen inglés no tiene por qué significar gran cosa. De la misma forma que hoy en día el inglés se está convirtiendo en la 'lingua franca' de hecho de todo el mundo, porque es más fácil que inventarse un idioma común artificial, quizá en el futuro ese idioma inglés será el que se use aunque las naciones que lo hablan hoy hayan dejado de usarlo, lo mismo que pasó con el latín siglos después de la caída de Roma. En cuanto a los apellidos, se pueden ir heredando sin que lleguen a significar gran cosa tampoco. La piloto Trudy Chacón (Michelle Rodríguez) sigue conservando su apellido español a pesar de que probablemente no use ese idioma casi nunca. O quizá el español para entonces será tan dominante como el inglés hoy. No lo sabemos. O el hindú, ya que tenemos un doctor Patel entre el personal. Cameron simplemente deja que asumamos que las cosas serán en el futuro como las conocemos ahora, pero sin explicitarlo.

Quizá alguien recuerde que la primera frase que dice el coronel Miles Quaritch es: "Ya no estamos en Kansas". Aah. Kansas. Mundo real. Americanos de toda la vida, entonces. Pues no. Esa frase es de 'El mago de Oz' (por cierto, la película favorita de Cameron), y se la dicen a Dorothy cuando, efectivamente, entra en otro mundo muy distinto desde su Kansas natal. A través de esa película, hoy en día lo de "ya no estamos en Kansas" se ha convertido en una frase hecha, casi un refrán, para indicar que entramos en un lugar o una situación que no nos es familiar. De hecho, en 'Matrix' le dicen a Neo una frase parecida, "Kansas is going bye-bye" cuando éste acepta la famosa píldora roja. Deducir que quien diga "ya no estamos en Kansas" es estadounidense es tanto como decir que todo aquel que diga "todos los caminos llevan a Roma" es italiano.

Así pues, Cameron es muy sutil con este tema, y sólo cabe deducir que, en una producción donde cada píxel está medido, tales precaciones están tomadas a propósito, con el objeto, quizá, de poder dar un paso atrás y decir "hey, hey, que esto es todo imaginado" si las críticas le ponían de antipatriótico, aunque Cameron, por otro lado, es canadiense. Recordemos, a todo esto, que en muchos aspectos, desde la seguridad social hasta el papel internacional de su patria, Canadá a veces parece otro mundo comparada con Estados Unidos, así que hay que andar con mucho ojo a la hora de decir "norteamericano". En absoluto es un vecino clónico de la potencia que tienen al sur.

Indudablemente, Cameron desea criticar, y lo ha dicho públicamente, un uso masivo de la fuerza militar en ayuda de corporaciones o incluso naciones que esquilman los recursos naturales de otros pueblos, pero se guarda muy mucho de que sus soldados queden excesivamente identificados con los marines específicos de hoy en día, con bandera bien clara en el antebrazo. ¿Por qué? Seguramente, porque las fuerzas armadas tienen hoy en día un status de héroes casi semidioses en la sociedad estadounidense. La gente por la calle podrá apoyar o criticar invasiones o guerras en el extranjero, pero lo que nadie discute es que los curritos de a pie viven una vida muy jodida y que a menudo vuelven a casa en un cajón de pino. Incluso los más antimilitaristas del país se guardan muy mucho de dirigir sus críticas a sitios que no sean los políticos o generales que toman las decisiones. Jamás se pinta a los soldados del país como vikingos sanguinarios, sino como profesionales modélicos que con su sacrificio protegen a la sociedad y las familias que dejan atrás, y que hacen lo que se les dice y se arriesgan sin dudar tras haber sufrido el entrenamiento más duro, especializado y riguroso que existe.

Por eso 'Avatar' termina necesitando, y me parece una debilidad, que la figura del coronel Quaritch acabe resultando tan desquiciada que resulte incluso paródica. Es una figura en la que no se reconocería ningún mando medio-alto sobre el terreno hoy en día en Iraq o Afganistán, por mucha manía que se le tenga a los yanquis. No dialoga jamás, está en permamente cabreo y le domina una sed de destrucción casi irracional que termina conviertiéndolo en culpable absoluto de todo lo malo que acaba ocurriendo y en la famosa figura del tirador solitario a quien convertir en causante, fin y principio de todos los males. No parece luchar por proteger algo, ni siquiera por algo tan vil como el dinero, sino porque simplemente, tiene ganas de matar algo. Ni siquiera el hecho de que los Na'vi sean mucho menos amenazadores como enemigo que los terroristas islámicos de hoy parece hacer mella en él. Nada de proteger a la población civil o a los niños. Nada de ejercer diplomacia, negociaciones económicas o presiones no violentas. La destrucción en lo único que le vale. ¿Y qué hacen los soldados al respecto? Seguir sus órdenes, que es para lo que están entrenados. Pero ellos no son el problema. Al igual que se decía del Cid, serían unos grandes caballeros si tuviesen buenos gobernantes. El fallo, entonces como ahora, está en saber cómo es posible que gente como Quaritch (o su equivalente en el mundo real actual de principios del XXI) llegue a posiciones desde las que pueda ordenar genocidios, o incluso planeticidios si nos ponemos en este caso.

Cameron, pues, es muy hábil a la hora de ganarse a un público, tanto estadounidense como mundial, que ahora mismo tiene una relación difícil con la idea de las fuerzas armadas, tanto las propias como las americanas, y aquí es donde viene la sutileza del guión, que en la carrera hacia los Oscars está dividiendo de verdad a algunos votantes. ¿Son protectores o asesinos? ¿Son garantía de fuerza independiente o están manejados? ¿Los estados a quienes oficialmente sirven están a su vez manejados por las corporaciones que dictan las condiciones económicas en que vivimos, o hay lugar para una democracia digna de tal nombre? ¿Son, en suma, amigos o enemigos de sus compatriotas? Cuando a alguien le sale un hijo soldado, ¿hay que sentir orgullo o temor? Ninguna madre merece que le manden a su hijo a casa muerto en otro país, pero ¿merece alguna que el hijo de una madre extranjera venga a matar al suyo a su propia nación?

Otro de los detalles interesantes, siguiendo con lo de la obediencia de los soldados, es cómo Quaritch recurre a estigmatizar a los Na'vi como terroristas. Ya al principio vemos que sus armas no llegan más que a unos cuantos arcos y flechas que quedan ridículos clavados en enormes neumáticos de vehículos blindados, que pueden seguir rodando tranquilamente como si fueran picaduras de mosquito. Después, a través del avatar de Jake, vemos cómo los Na'vi se acercan tanto a la figura del noble salvaje que casi resultan, de nuevo, parodias. En este sentido, los Na'vi están claramente influidos no por los terroristas de hoy, sino por los indios nativoamericanos. No hay más que ver que una de sus voces es la del actor Wes Studi, de etnia cheroqui, que hizo de Geronimo en un biopic y de un magnífico Magua en 'El último mohicano'. Las otras tres voces de Na'vi, por cierto, son de actores negros o latinos o las dos cosas. Esto tampoco debe ser casual.

De modo que, para responder a Jack, creo que Cameron sí que se ha metido en el fregado hasta los codos (y en los EE UU de A lo llamarán comunista directamente), pero que se ha dejado una carta en la manga que es la de dejar libre de culpa al soldadito superpreparado, que hace falta tener (véase que a los marines en la peli se los derrota con sus propias armas, no con marchas de paz y velitas), pero que merece ser dirigido bien, y es ahí donde está el problema. Visto desde arriba, un soldado es una pieza de ajedrez más, con unas habilidades concretas, entre ellas la de usarlas para lo que se le mande, sin que haga falta una 'caída del caballo' que abra los ojos a un juguete roto como Jake.


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